jueves, octubre 20, 2011

De la vecindad y otros castigos

Para mi lo ideal sería vivir sin vecinos. No me digan que podría ir a vivir al medio de la nada, porque sabemos que tarde o temprano algún hijo de puta se va a instalar al lado tuyo para cagarte tu vida feliz y tranquila.
En el edificio donde vivimos hay una vecina (en adelante: Sra. Cotorruda), que es ese hijo de puta en mi vida diaria.
Me parece que vale hacer una aclaración ya que nuestros lectores conocen mi carácter de mierda. Yo soy una buena vecina. Trato de no romper las pelotas a los demás, no hacer ruidos molestos en horarios básicos, respeto los espacios comunes, dejo la puerta de calle siempre cerrada con llave, no dejo entrar desconocidos y saludo a los que me cruzo en el pasillo mas allá del mal humor que pueda tener.
Ahora, volvamos a la Sra. Cotorruda que es también la encargada de administrar el edificio y madre de un compañero de fútbol de mi progenie. No solo anda todo el día con cara de orto y responde el saludo obligado en el pasillo el 90% de las veces, además lava el auto y llena la piscina de sus hijos con agua que pagamos todos.
Si, este es un post muy señora de la tercera edad que se queja por todo, pero entiendan que hoy me encontré una cana que juro ayer no estaba en mi cabeza y estoy tratando de adaptarne al cambio.
Como decía, a ella debemos pagarle los gastos comunes mes a mes. Como están compuestos estos gastos es un misterio que investigaremos en otro momento, pero sospecho que tienen algo que ver con el auto nuevo que se compraron la Sra. Cotorruda y su esposo.
Ya hemos tenido enfrentamientos varios con ella por distintos motivos y hoy no fue diferente. Despuéd de incontables intentos por encontrarla para pagarle los dichosos gastos hoy la encontré. Felicidad pensarán, pues no...

Resulta que la Sra. Cotorruda decidió que tenía que cobrarme recargo porque hay tiempo de pagar hasta el día 15 del mes.

TODAVIA PACIENTEMENTE le dije que ella bien sabe que hace muchos días trato de ubicarla para pagar sin éxito y que traté como ella sugirió pasar un sobre con el efectivo por debajo de la puerta sin obtener tampoco resultados favorables.
"Pero hoy es 20" me dice, como que yo no supiera que día es. Y ahí empiezan cosas como "puede ser 30, pero si vos no estás nunca no es mi problema" y ella diciéndome que tal día y tal otro estaba a no se que hora disparatada como que fuera a mi y no a ella a quien le pagan para ocuparse de administrar. Acaso yo tengo que depender de sus horarios? No es ella la que tiene que asegurarse de estar disponible si va a cobrar por administrar? Qué pasa si se la necesita para algo cuando ella no está? Para qué le pagamos?
Le expliqué que fui varias veces, que traté de pasar el sobre pero no pasa, le dije que hubiera ido a golpear nuestra puerta cuando pudiera como ya le había pedido otras veces que no la encontraba. Ella respondió un par de boludeces como "te TENGO que cobrar" y empecé con los "no me rompas las pelotas, si no vas a estar que pongan una administradora de verdad, que se pueda pagar en un Abitab cuando yo pueda y no a las 12 de la noche cuando a ella se le canta".

La Sra. Cotorruda cacareaba detrás de su reja, yo repetía mucho no es MI problema mientras me iba hasta la puerta del edificio.

Cuando cerré la puerta, pude ver como ella
seguía hablándole al aire.

Ahora solo espero que el gordito que hace algunos domingos gritaba desde la vereda que ella era su tía, que era una gorda hija de puta mentirosa casada con un gordo inválido, cumpla su promesa de volver para hacerle volar la casa y matarla.

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