
No, no hay papeletas, pero agarren cualquier etiqueta de alguna bebida alcohólica y escriban atrás _aRa_ y Yuba al gobierno y ellos van a saber entender.
De que les voy a hablar hoy? Voy a hacer un gran sacrificio por este blog y todos los lectores y les voy a contar sobre LA noche en que el tequila y yo no fuimos amigos.
Noche de calorcito, ropa suelta, tacos aguja matadores y salida con amigos. Después de pensarlo un poco decido ir a pesar de llevar un par de días sintiéndome un poco enferma. Me subo al taxi y le digo que se dirija al pool donde estaba el resto del grupo. Ya en el local nos sentamos a tomar algo mientras esperábamos que se desocupara alguna de las mesas de pool, momento que nunca llegó. Pedimos algo para tomar y nos dedicamos a hablar tranquilamente. Yo habré tomado un vaso de cerveza y un trago de whisky, increíble.
Cuando nos convencimos de que esa noche no íbamos a poder jugar y nos dimos cuenta de que teníamos hambre, decidimos partir hacia el Lobizón, el de abajo, que nunca me acuerdo en que calle queda. Tomamos dos taxis y fuimos todo el camino por 18 de Julio gritándonos barbaridades por la ventanilla desde un coche al otro.
Ya en el Lobizón nos ubicamos en una mesa y empezamos a pedir, en mi caso un Gramajo y una Coca. Todos sabemos que ese lugar es como un bunker anti celulares y yo me pasé subiendo y bajando la escalera con mis zapatitos de taco para poder hablar con otros amigos que vería más tarde. En algún momento mientras esperábamos la comida, a quien estaba sentado al lado mio se le ocurrió una gran idea.
Sebastián: _aRa_, y si tomamos un tequila?
_aRa_: Siiiiii!!!
Pedimos dos tequilas, con sal y limón y los tomamos. Corrí por la escalera para hacer una llamada. Pedimos dos más y otra vez subí. Así pasamos un rato, llegó la comida y seguimos pidiendo tequila.
En algún momento miré mi lugar en la mesa y vi algo que aún me genera muchas dudas.
Todos esos vasitos de tequila que están frente a mi plato son los que yo tomé o Sebastián está sumando los suyos para despistarme? Nunca lo supe, pero eran varios. Seguí subiendo y bajando, pasando del calor insoportable que hacía adentro con el frío que ya se sentía adentro y escuchando a Soraya decirme que esas corridas y los cambios de temperatura me iban a hacer mal. No le hice caso...
Pasó un rato más y yo ni siquiera había tocado la comida cuando me empecé a sentir mal. Fui al baño y Soraya parece que me vio caminar un poco mal por lo que me siguió. Me preguntó si estaba bien y me aconsejó que en esos casos es mejor liberar todo el alcohol que hemos tomado. A mi esas cosas no me salen. Resignadas a que eso no iba a pasar, Sora me dijo vamos y me puso la mano fría en la nuca. De ahí la noche pasa a ser como recuerdos sueltos.
No se en que momento Soraya me quitó los zapatos mientras yo dejaba libre todo ese tequila. Ni me explico como hizo, porque es casi imposible sacarse esos zapatos estando sobria, en fin.
Pasamos un rato así, le dije que llamara a mi viejo para que fuera a buscarme (si, una vez que me pasaba a mi no tenía nada de malo decirle a mi padre que me lleve a casa), pero ella le erró al número y no pudo ubicarlo. Tenía que volver a casa por mis propios medios.
Cuando íbamos a salir venía el problema mayor: la escalera. Yo dije que podía subirla, pero uno de los que estaban en nuestro grupo (que no lo voy a nombrar porque algún tiempo después pasó a ser persona no grata en el mundo), juró que era el de "El guarda espaldas" y antes de que pudiera decir nada (o no recuerdo haber podido decir nada), me levantó en brazos y me sacó del lugar (creo que en su cabeza hueca sonaba de fondo el tema de la película).
Mientras discutían entre ellos si podía o no irme en un taxi sola a mi casa (cosa que yo quería hacer), me senté en un escalón a esperar. Decidieron que este pseudo Kevin Costner me acompañara a mi casa en un taxi. Como recién me había mudado mi mejor amiga no sabía mi dirección. Nos despedimos, subimos al taxi y el movimiento del auto me mareó un poco bastante. Me preguntó la dirección y le dije las calles.
En el camino yo iba luchando contra el mareo que me estaba matando y ese olor a pinito aromatizador que siempre me hace mierda el estómago. Cuando estábamos llegando a mi casa me preguntó que número de puerta era.
Kevin Costner wannabe: Qué número de puerta es tu casa?
_aRa_: 17... 17
KCW: 17, qué? Decime el número completo!
_aRa_: 17... (lucha mental para que le mareo no ganará)...17
KCW: Decime el número que estamos llegando!!! 17 qué más???
_aRa_: (Ganándole al mareo)... 1717!!! Mi casa es 1717!!!
Claro, el muy tarado se pensaba que yo estaba repitiendo el 17 como trancada, pero no, yo le estaba diciendo el número completo.
El taxi llegó a destino y mientras el bajaba por su lado para dar la vuelta, ayudarme a bajar y entrar a mi casa, yo ya estaba en la puerta, adentro trancando con llave y diciéndole "gracias, chau!". Nadie se explica como pude salir del taxi, rodearlo, llegar hasta la puerta, encontrar las llaves en la cartera, embocarla de una, entrar y demás sola y tan rápido. Inercia creo...
Entré y fui derecho a mi cuarto, me saqué la ropa automáticamente y me tiré en mi cama. Me desperté al día siguiente con un dolor de cabeza brutal y el estómago partido al medio. Ese día subsistí a agua tónica y Alikal. Hablé con Soraya que me contó las partes perdidas en mi mente de la noche anterior (que no eran muchas, aclaremos).
Lo mejor es que a la noche tenía el cumpleaños de una amiga en un boliche. Fui, claro, tomando Coca Cola la gran parte de la noche, hasta que en algún momento pude volver a la cerveza (yey!). A la noche siguiente también tenía otro cumpleaños donde preparamos daikiris caseros entre otras bebidas.
Fue una de esas noches que cada tanto salen a la luz en diversas reuniones con amigos. Priceless. Pero nunca más se repitió. No porque dejara de tomar o bajara la cantidad. Generalmente tomaba mucho más que esa noche, pero nunca me pegó tan para el carajo como esa vez.
Ahora que conocen esta historia solo me queda decirles una cosa: Niños, no hagan esto en sus casas.